Sinopsis:
Veronika, una guapa eslovena de 24 años, independiente y reflexiva, ha decidido suicidarse por miedo que su vida siga siendo tan monótona como lo ha sido hasta ahora. Ingiere unas pastillas, y mientras espera a que hagan efecto, lee en una revista un artículo cuya primera frase es: “¿Dónde está Eslovenia?”, con lo cual Veronika llega a la conclusión de que vive en un país que nadie sabe dónde está. Por ello, escribe una nota diciendo que se suicida para que la gente sepa dónde está Eslovenia. Aunque sobrevive al intento de suicidio con un coma agónico, es internada en el tristemente famoso centro psiquiátrico de Ljubjana, Villete, y los médicos le dan cinco días de vida por los trastornos cardiacos que le han provocado las pastillas.
Veronika, una guapa eslovena de 24 años, independiente y reflexiva, ha decidido suicidarse por miedo que su vida siga siendo tan monótona como lo ha sido hasta ahora. Ingiere unas pastillas, y mientras espera a que hagan efecto, lee en una revista un artículo cuya primera frase es: “¿Dónde está Eslovenia?”, con lo cual Veronika llega a la conclusión de que vive en un país que nadie sabe dónde está. Por ello, escribe una nota diciendo que se suicida para que la gente sepa dónde está Eslovenia. Aunque sobrevive al intento de suicidio con un coma agónico, es internada en el tristemente famoso centro psiquiátrico de Ljubjana, Villete, y los médicos le dan cinco días de vida por los trastornos cardiacos que le han provocado las pastillas.
La trama bebe indudablemente de Alguien voló sobre el nido del cuco, de Ken Kesey, pero con mucho menos atractivo, y con defectos claramente palpables como son la prisa con la que parece haber escrito Coelho ciertos pasajes del libro, la imposible evolución de Eduard, la inverosímil y forzada historia de amor-sexo, o la trivialización de detalles que deberían tener mayor importancia para una implicación directa del lector con la historia. Paulo Coelho pretende claramente que el lector entre en su juego místico, sexual, social y filosófico y muy pocas veces lo consigue en este relato.
Por suerte, se guarda un grandioso aunque predecible final, que aunque no salva los muebles, no deja una sensación tan poco esperanzadora como la que dejan las páginas centrales, haciendo evidente que Verónika decide morir es una propuesta loable pero fallida.
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